Seca

Soledad Boix

Las gotas de agua que antes trazaban un serpenteante camino por su más alta montaña ahora son grietas, que siguen el mismo camino, pero de manera más angulosa y agrietada. Y la que, entre un fondo pardo y una arena blanca, estancada se encontraba, se derramó con la tardes pacientes de observar cómo cada centímetro verde de su cuerpo se volvía gris, amarillo o totalmente negro.

Sus pechos antes firmes y dispuestos, fuente de vida y alimento, ahora solo eran tierra que a la luz del sol expuestas, se llenaban de grietas que dolían como una tortura constante.

Una herida, un recuerdo.

Un sentimiento, un estado.

Seca.